Título Original: Pietà
País: Corea del Sur
Año: 2012
Director: Kim Ki-duk
Reparto: Cho Min-soo (Mi-sun), Lee Jung-jin
(Kang-do), Kang Eun-jin (Myeong-ja), Woo Gi-hong (Hun-cheol), Cho Jae-ryong
(Tae-seung)
Duración: 104 minutos
Sinopsis: “Contratado
por prestamistas, un hombre vive como usurero amenazando gente brutalmente para
que paguen. Este hombre sin familia, continúa su despiadada forma de vivir pese
a todo el dolor que ha causado a un sinnúmero de personas. Un día una mujer
aparece asegurando ser su madre. Al inicio, él la rechaza, pero gradualmente la
acepta en su vida. Cuando decide renunciar a su trabajo y vivir una vida
decente, la mujer es secuestrada. Asumiendo que pudo haberlo hecho alguien a
quien hirió en el pasado, empieza a rastrear a toda la gente que ha atormentado”.
De
vez en cuando uno se encuentra con cintas perturbadoras, llenas de brutalidad.
Y no hablo únicamente de la violencia física o verbal. No, me refiero al
retorcido mundo mental de gente que francamente se encuentra muy lejos de la
palabra, concepto o definición de ‘ser humano’.
El
director Kim Ki-duk entrega un complejo y crítico ejercicio que estremece a más
de uno.
La
trama se desarrolla de una forma tan relajada (mostrando imágenes y situaciones
sin juzagar, sólo eso… mostrando) que hasta bien avanzada la cinta, es cuando
realmente comienza todo.
Cuando
alguien se da el lujo de trabajar y crear un marco referencial como el que hace
el director, es porque el cierre va a ser algo excepcional.
En
este caso, vamos conociendo las actividades de Kang-do (Lee Jung-jin); un
cobrador de préstamos sin escrúpulos que gusta de aterrorizar cruelmente de los
deudores de su jefe a fin de cobrar los altos intereses de los mismos gracias a
seguros médicos obtenidos por las mutilaciones de los sujetos… es así como
vamos odiando y temiendo a este personaje al que increíblemente se le justifica
su forma de ser cuando la trama da un giro muy singular.
Se
nos dan a conocer los diversos traumas del personaje; el dolor de haber sido
abandonado por su madre desde pequeño. Su frustración sexual… el que en
realidad todo lo canaliza a través de la violencia.
Y
entonces, el destino le devuelve a su madre. No es para menos el mencionar que
la cinta da un tremendo giro. Tenemos a lo mejor de la cinematografía de Kim
Ki-duk aquí.
Está
presente la crítica social y la burla al modelo económico actual. No se toca el
corazón al mostrar una sociedad devastada y devaluada por el capitalismo voraz.
Los
recursos cinematográficos empleados se dividen en dos partes, semejante a la
misma historia. La riqueza en la propuesta es el ya patentado estilo de Kim
Ki-duk: Estremecedoras tomas que complementan el discurso social del director.
Y
eso es lo grandioso del filme; una historia sobre un sujeto que se gana la vida
mutilando a las personas para que le paguen a su jefe lo prestado pero al mismo
tiempo se reflexiona sobre cuál es la razón de ser de estos mafiosos que cobran
exorbitantes intereses… que los bancos no prestan dinero al sujeto común. Lo
que en algún tiempo solían ser bancos propiedad de un país, ahora son empresas
privadas que se manejan como quieren.
Esta
realidad está presente en Corea del Sur y en México… son lujares distantes pero
unidos entre sí. Es la globalización: miseria para todos, riqueza para unos
cuántos.
Con Piedad (Pieta) Kim Ki-duk se muestra en buena forma. |
Y
dentro de esta vorágine de ideas, la redención del cobrador de préstamos al
conocer a su madre… el mundo de este tipo da un giro inesperado, lo pone de
cabeza. Incrédulo al principio de que el destino lo recompensase con la
presencia de lo más anhelado, rechaza a la mujer para después someterla y por
último, amarla y reformarse para encontrar la paz y la tranquilidad arrebatada
hace muchos años sólo para encontrarse con que la aparente felicidad no son
otra cosa que espejos y humo.
No
puedes hacer sufrir a una persona indiferente ante el dolor… El castigador es castigado únicamente hasta que posee algo que perder y entonces está listo para recibir el sablazo final y
arrebatarle todo lo que nunca tuvo. La destrucción total, venganza planeada,
pago recibido.
Piedad es una cinta que muestra pero que
también esconde, nos deja volar y luego nos derriba. Una gran obra que vale la
pena analizar si es que se tiene suficiente estómago para algo de este calibre.
Definitivamente no para un público general pero tampoco es prohibitivo.
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